domingo, 29 de junio de 2014

Rincón literario: "La venganza de don Mendo", de Muñoz Seca

Hace ya tiempo que vengo dando la tabarra con Pedro Muñoz Seca, pues hoy le dedicaré un espacio al curioso/a que desee saber algo más sobre su persona. 


A inicios del siglo pasado (el XX se sobreentiende), era habitual entre las tablas del teatro acudir a comedias simplonas las más de las veces y otras de escaso interés cultural; mientras pasaban de puntillas, si acaso llegaban a estrenarse, aquellas que hoy la crítica tiene consideradas como lo más. Una fácil analogía la encontramos actualmente con el cine, donde abundan "españoladas" y "americanadas" como lo más surtido de la cartelera. Bien, a inicios del pasado siglo no era tan habitual ver obras extranjeras del momento, que algunas habían, y como siempre teníamos por un lado la comedia, y por otro las llamadas obras serias; aunque al respetable lo que más le gustase fueran las "Revistas de varietés".

Muñoz Seca se puede decir con toda seguridad que fue el autor más aplaudido, el preferido del público, durante algo más de una década. Hoy suele ser un gran olvidado. Lo cual no es de extrañar. Él mismo afirmaba que prefería ganar dinero para que sus hijos se pasearan en coches de lujo por Madrid, a escribir obras de calidad y que sus hijos no tuvieran más que una estatua en su honor a la que dar vueltas. El lado opuesto lo ocupó Valle-Inclán, que dio su vida por el arte, aún viviendo en la más sencilla miseria. Por cierto que dicho autor siempre alabó la gracia e ingenio de Muñoz Seca.

Su obra más famosa hoy día, la que ha pervivido con mejor fortuna es La venganza de don Mendo (1918). Caricatura de tragedia como consta en su frontispicio. Es una disparada comedia que pone en solfa a todo el género de dramas históricos, con juegos de palabras a cada instante y situaciones ridículas a cada paso, donde la muerte más que causar espanto causa la carcajada por lo insensato de la misma. Parodia momentos que recuerdan al Tenorio, a Los amantes de Teruel, al Don Álvaro de Rivas, etc. Mezcla cancioncillas del momento, como "El relicario". Y demuestra tal manejo con el verso, que algún crítico echó en lástima que no hubiere escrito un drama en vez de una parodia. Si bien algunos ripios dejan constancia que lo que antes hacía gracia ya no lo hace tanto, no se puede negar el ingenio que derrocha. Constante alusión a la honra y los cuernos, con un Duque de Toro que hace honor a su apellido, con unos primos de Pravia que recuerdan al jabón, con una mora que sale de la zarza y unas judías que se repiten cuando bailan, etc. Al cine la llevó en una magnífica adaptación Fernán Gómez, y en teatro es célebre también la versión que hizo el actor Vicente Aleixandre.



Muñoz Seca era de ideas conservadoras, calificado de frívolo, pero no dejaba títere con cabeza en sus obras. Al estallar la Guerra Civil fue preso por los anarcosindicalistas en Barcelona, acusado de monárquico y católico por sus constantes parodias sobre la República. Murió fusilado a los pocos días en 1936, sin perder un ápice de su sentido del humor, pues éstas fueron sus últimas palabras antes de morir a los soldados: «Podéis quitarme la hacienda, mis tierras, mi riqueza, incluso podéis quitarme, como vais a hacer, la vida, pero hay una cosa que no me podéis quitar… y es el miedo que tengo».

Una muerte trágica de un autor fecundo, que hoy pocos recuerdan. El premio nobel Jacinto Benavente habló así de su muerte: «A Muñoz Seca no lo mató la barbarie, lo mató la envidia. La envidia sabe encontrar sus cómplices».

Mi pequeño granito de arena para recordar a este autor, cuyo mejor recuerdo es leer o visionar alguna de sus obras.

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