viernes, 25 de noviembre de 2016

Creatione

Creatione

Ahora, que ando libre de mis ataduras mentales,
ahora, que por fin he vencido al fantasma otoñal,
puedo decir que no quiero lo que no quiero,
que solo puedo realizar aquello que amo de verdad.

Ahora que los impedimentos se marcharon,
que ya no necesito ser más que nadie,
que ya no necesito poseer el título de la honorabilidad académica,
es que mi humanismo pasa de ser diletante y oprimido
a ser mi verdadera fuente de responsabilidad.

Ahora que ya dije adiós a lo que tanto daño me hizo,
que ya no quiero ceñirme a la aceptación de sus moldes,
es que me siento libre para crear algo mío,
digno de llevar mi rúbrica y mostrar mi persona.

Ahora que si lloro es por hondo sentimiento humano,
que el resentimiento se ha ido por donde estuve perdido,
que si río es despreocupado del futuro y del ingenio,
no ceñido, sino suelto, a mandíbula batiente, estoy vivo.

Ahora, es que quiero crear todo lo que llevo dentro,
sin miedo al fracaso, aceptando esa posibilidad real,
pero sin detenerme en las zarzas tupidas de la mente
que no son mías, pero que tejí con verdadero afán.

Ahora he aprendido a separar
ganarme el pan,
con ganarme la vida.






El black «fraudey»

Esta mañana me he levantado cual rayo propicio del albor, a las velocidades máximas que mi relatividad me permite, para llegar presto y puntual al centro comercial de turno. Sí, tenía una presa, un objetivo y hoy, ¡HOY!, había rebajas. Al llegar al centro comercial, he maldecido mi necesidad de verlo con mis propios ojos, en Internet está todo mucho más cómodo, pero ahí estaba en la infinita cola de coches para poder entrar al dichoso centro comercial.

Al llegar, era fácil aparcar, qué sería de Murcia, si no tuviera tres centros comerciales, un Ikea, un estadio de fútbol y todo bien juntito, para no saber uno por qué salida acudir. Al llegar, me dirijo cual rayo propicio del albor, a las máximas velocidades que la relativa calma del lugar me permitían, hacia mi objetivo. Entro. Me dirijo a la zona de libros. Busco, rebusco. Parece hasta más pequeña la sección de lo que recordaba. Ah vale, es en la primera estancia (de las cinco que hay). Voy. No, no, no, este jum interesante, no, no, no. Alzo la vista. Empieza a mascarse la tragedia. No puede ser, no puede ser, ¡¿no está?! Mirada abatida. Veo al dependiente, va con prisa. Total para qué le voy a preguntar, está a las claras que entre este mejunje de autores no está, ¡no está! Busco otros que llevaba en mente como opción b. ¡Dios que sucio! Pero esto, ¿esto es nuevo? Si hombre, encima de baratos no tienen nada, para ya llevármelo con tacha; ya se me caerán a mí, o la humedad de mi casa les pasara factura (jo que bien viven en vitrinas en los sótanos del Vaticano algunos). Me desplazo languidamente por los estantes, ojeando aquí y allá, hojeando este y ese. Caca, todo caca.

Voy aburrido, ya abatido casi a punto de marcharme a casa, cuando de pronto, tropiezo con mi temida zona de poesía. ¿Habrá alguno que valga la pena? Eh, bueno este, sí. Sí, lo busqué hace tiempo, y parece que está agotado en Internet. Jum, pero que  mala calidad de papel, de veras, normal que sea barato, ¿qué me va a durar? Pobre. Bueno pero no existe otra edición de su poesía completa en ninguna otra editorial, que yo sepa; sí, hay antologías y todas esas moñas, así como si sus obra, de apenas 5 libritos mereciera la pena desplumarla.

Mientras medito, una chica está también viendo los libros de poesía, no puedo evitar una vez salido de mi estupor de prurito bibliófilo, pensar en ella. Me parece sexy que le guste mirar ese tipo de literatura, ¿le pareceré yo interesante? Y mi mente se va hacia donde está mi pequeña Dulcinea, ¿qué estará haciendo ahora? Estudiar, estudiar, estudiar, estudiar... Uy, me he evadido del todo, ya no sé ni a dónde se ha ido esa chica, ni tan siquiera sé qué cara tenía, apenas que llevaba una de esas gafas enormes que ahora se han vuelto a poner de moda. La moda resucita cada cierto tiempo,sempiterno ser mitológico.

Me he levantado y andado por el pasillo, venga voy a preguntar al cajero, si tienen el libro que he venido a buscar.
- Hola, buenas, ¿tendrían la edición de tapa dura de los cuentos completos de Conrad?
- Uf, espera, a ver que lo busque en el ordenador.
(Eso es un no como la copa de un pino).
- Pues no, no me queda ninguno. Si quieres te lo puedo pedir.
- No gracias. Bueno cóbreme este. ¿Hoy hay descuento por ser el «black friday»?
- NO, en librería no.
- Gracias.- lacónicamente con hilo de voz que se pierde fino, fino, fino.

¿Y quién será el mamaracho que se ha atrevido a traducir el «Finnegans Wake»? Me iba preguntado cuando salía del establecimiento, bajando las escaleras mecánicas, buscando mi escondido coche en el aparcamiento húmedo y lúgubre, intentando conectar el bluetooth mientras arranco y ponerme en marcha hacia las soleadas carreteras de la región de Murcia. ¡¿Quién ha tenido el santo valor?!


FIN