domingo, 29 de junio de 2014

Rincón literario: Duque de Rivas."Don Álvaro o la fuerza del sino"


En Córdoba la llana entre sus calles empedradas, en dirección hacia la zona amurallada, si no recuerdo mal. Se halla la casa-palacete del que fuera un día Ángel Saavedra, duque de Rivas. Sus verjas negras, a canto cerradas, me impidieron el paso, y contentarme hube con verla desde fuera. Ahí residió otra de tantas insignes plumas de ingenio que esta ilustre ciudad ha dado.

Ángel Saavedra, fue un diplomático de vida activa. Participó en las Guerras contra las tropas napoleónicas; celebrando la constitución de 1812. Se tuvo que exiliar dos veces de España por motivos políticos. Fue embajador de Napoles en el difícil periodo de las revueltas de 1848, teniendo entre sus funcionarios al después famoso escritor Juan Valera. También fue embajador en París. E incluso durante algo menos de 48 horas presidente del gobierno de España tras una revuelta.

En el mundo de las letras, es recordado por este drama y por un conjunto de composiciones poéticas basadas en leyendas históricas, que recuerdan a lo mejor de nuestro Romancero.

Don Álvaro es la culminación del Romanticismo en el teatro español. Obra en verso y prosa, narra la fatal historia de su personaje principal. Un gran logro es la caracterización de las escenas costumbristas, de muy viva imagen y color. La trama se va encabalgando en los hechos hasta llegar al fatídico y sorprendente final.

Verdi que ya se había basado en otra obra española (El trovador, de García Gutiérrez) para una de sus óperas, escogió la presente para componer La fuerza del destino. De la cual, por parecerle muy tétrico el final, decidió edulcorarlo haciendo alguna variación para que no dejara con tan mal sabor de boca a los espectadores.

Se puede decir, que de toda la producción teatral romántica del s. XIX español sólo hoy dos obras perviven: Don Juan Tenorio, de Zorrilla, y en menor medida Don Álvaro y la fuerza del sino, de Rivas. El resto son nombres con escasa representación.

"Traductor, traidor"

Sin esta bella profesión de la traducción, para la inmensa mayoría de los lectores/as quedaría vetada la literatura escrita en otras lenguas. Mas, ¡cuánta diferencia va a veces de una traducción a otra! Casi parecen obras distintas. E incluso dado un límite de peculiar interés, el leer una misma obra en varias traducciones, todo un ejercicio de reflexión lingüística. 


Normalmente, a no ser que uno/a sea muy escrupuloso no tiende a fijarse en quién está detrás de ese vertido a la lengua materna, y suele dar por válido lo que hay escrito, trasladándose sin problemas a Francia, Alemania, Rusia o el lejano Oriente. Cuanto mejor es el papel del traductor/a y su filtro es más preciso, no suelen haber muchas estridencias. Pero ¡ah, cuando no sucede así! Lo que es un vertido, pasa a ser lo que su doble sentido nos permite en castellano: basura.

Cuando se lee mismo una obra de algún gran autor/a de alguna época pasada. El cuidado con trasladar la lengua propia de aquel entonces, con sus modismos y giros, conservando en su medida ese sabor clásico, es todo un reto. Desde luego los cánones de traducción actuales hacen su aparición. Y como bien es sabido, toda traducción envejece; las buenas aguantan el paso del tiempo con dignidad, las atrapadas en su época se enmohecen sin misericordia.

Anacronismos como decir España y no Hispania en una obra de Tito Livio. Castellanización de los nombres, Oliverio, en vez de Oliver, aunque esto a veces se sigue haciendo con nombres menos impactantes. Uso de expresiones ya desfasadas, que por ser un vertido de lengua a lengua, dejan en jaque muchas veces al traductor/a (hoy día se suele poner la expresión en la lengua original, y la explicación de la solución adoptada). Construcciones léxicas que ya no son actuales, y que al lector le hacen preguntarse, ¿hablaría así el original?, etc. Por no mencionar la censura de épocas pasadas que sobre algún pasaje se cierne, bien para adulterarlo, bien para directamente suprimirlo. O títulos mal traducidos, pero que han cogido tanta raigambre que cambiarlos es todo un riesgo editorial: la transformación (metamorfosis) de Kafka, o la Politeia (República) de Platón, por citar dos ejemplos relevantes.

Sobre lo hablado, me viene a la mente la traducción que Rafael Cansinos Assens hizo de la obra de Dostoyevski, primera directa del ruso al castellano. En ella la frase florida y discurrente, propia del autor ruso, se ve empañada con algún giro inesperado, más propio de otro momento histórico. Son los díjole, preguntome, etc., que en obras más antiguas podrían tener su aquel, pero que en Dostoyevski producen un efecto extraño. Estas partículas léxicas denotan con claridad la época del traductor, y no tanto la probable forma de entenderse (tal y como sería vertido en castellano) del original ruso.

Muchas reediciones de obras de este calado se producen las más de las veces con un lavado de imagen, pero con traducciones añejas. En la editorial Debolsillo podéis encontrar la traducción de Cansinos Assens en Crimen y Castigo, y no os sorprenderá ver todavía por ahí la primera traducción de Los Miserables por Nemesio Fernández Cuesta (os recomiendo la de Gallego, en Alianza). Dichas traducciones, loables, lo mejor en su momento, adolecen hoy día de una actualización; si bien como ya he dicho, algunas conservan un tono nostálgico que por ello las hacen más válidas, por estar cercanas a su autor original; mientras que otras quedan ampliamente deslustradas por estar más ancladas en los modismos y expresiones del traductor.

Bueno, tras este pequeño comentario, espero que ahora cuando vayas a agenciarte una obra, te molestes al menos en saber quién es el/la causante de que estés leyendo lo que tienes entre manos.

¿Rollo o rosquilla?

Nuevas curiosidades del habla.

Normalmente cuando hablamos ya sabemos el valor semántico de lo que queremos decir al expresar una locución, expresión o frase hecha. Pero muchas de ellas las interiorizamos tanto que en realidad ignoramos su origen y caen en las múltiples deformaciones que hacen irreconocible el porqué del dicho.


Ejemplos:

"Tal y Pascual". Seguramente Pascual pinte poco aquí, lo correcto es "tal y más cual", pero eso no termina de sonar bien y un nombre viene a socorrer el dicho.

"Salirse de madre". La madre no es la que nos parió, sino todo aquel canal, caballón o margen por donde discurre el agua, que al superar la capacidad de éste lo desborda, complicando el regadío. De ahí que salirse de madre, sea algo incorrecto o inapropiado.

Luego hay palabras que por nuestra riqueza léxica pensamos que se dicen en todas partes por no ser tan variopintas como otras que sabemos que son del terruño. Valga para los alicantinos la palabra "royo" como dulce de repostería. Bien, quitando nuestra zona alicantino-murciana-albaceteña se les llama "rosquillas". De ahí lo de Roscón de Reyes, cuando nosotros bien podríamos llamarle entonces "Rollo de Reyes" o quien sabe si "Rollón de Reyes" ya puestos. Pero perdería todo el encanto, porque la fuerza de la costumbre manda en el oído con sus imbricadas implicaciones de significado.


La virgulilla que levita sobre la "n"

La Ñ emblema del español. 


Como bien se sabe, en latín este sonido no existía, sino que constituye el salto a las lenguas romances. Grafías tales como gn, ny, nn o nh, hacían las veces de dicho sonido en el latín medieval. Algunos idiomas como el catalán adoptaron la ny, o el portugués la nh. En castellano se usaba la nn, que se sustituiría con una rayita encima de la n para significar que eran dos. Esto lo realizaron los copistas de la corte de Alfonso X "El Sabio". Cobrando carta de entrada en el abecedario a partir de Nebrija y su Grámatica de 1492, que la colocaba a la misma altura que el resto.

Las ricas azufaifas

Curiosamente en la obra mencionada de "La venganza de don Mendo", una de las moras bailarinas que acompañan a don Mendo, que finge ser un trovador, se llama Azufaifa. En la nota aclaratoria no indicada nada más allá de: fruto del azufaifo.

Lleno de curiosidad y de ignorancia, me acerco a Internet (porque una imagen vale más que mil palabras), y al verlo me digo: "¡esto es un jinjolero!".  Pero como mi zona es una rica mezcla de sustratos lingüísticos, indago y veo que en catalán el azufaifo es el ginjoler. Del que deriva obviamente el nombre jinjolero. Árbol que da jinjoles, no azufaifas, en este curioso terruño que habito.

No obstante, puede que te suene igual de extraño azufaifo que jinjolero. Ambos nombres son aceptados por la RAE. Aunque al buscar jinjolero el diccionario te remita escuetamente al primero.




Rincón literario: "La venganza de don Mendo", de Muñoz Seca

Hace ya tiempo que vengo dando la tabarra con Pedro Muñoz Seca, pues hoy le dedicaré un espacio al curioso/a que desee saber algo más sobre su persona. 


A inicios del siglo pasado (el XX se sobreentiende), era habitual entre las tablas del teatro acudir a comedias simplonas las más de las veces y otras de escaso interés cultural; mientras pasaban de puntillas, si acaso llegaban a estrenarse, aquellas que hoy la crítica tiene consideradas como lo más. Una fácil analogía la encontramos actualmente con el cine, donde abundan "españoladas" y "americanadas" como lo más surtido de la cartelera. Bien, a inicios del pasado siglo no era tan habitual ver obras extranjeras del momento, que algunas habían, y como siempre teníamos por un lado la comedia, y por otro las llamadas obras serias; aunque al respetable lo que más le gustase fueran las "Revistas de varietés".

Muñoz Seca se puede decir con toda seguridad que fue el autor más aplaudido, el preferido del público, durante algo más de una década. Hoy suele ser un gran olvidado. Lo cual no es de extrañar. Él mismo afirmaba que prefería ganar dinero para que sus hijos se pasearan en coches de lujo por Madrid, a escribir obras de calidad y que sus hijos no tuvieran más que una estatua en su honor a la que dar vueltas. El lado opuesto lo ocupó Valle-Inclán, que dio su vida por el arte, aún viviendo en la más sencilla miseria. Por cierto que dicho autor siempre alabó la gracia e ingenio de Muñoz Seca.

Su obra más famosa hoy día, la que ha pervivido con mejor fortuna es La venganza de don Mendo (1918). Caricatura de tragedia como consta en su frontispicio. Es una disparada comedia que pone en solfa a todo el género de dramas históricos, con juegos de palabras a cada instante y situaciones ridículas a cada paso, donde la muerte más que causar espanto causa la carcajada por lo insensato de la misma. Parodia momentos que recuerdan al Tenorio, a Los amantes de Teruel, al Don Álvaro de Rivas, etc. Mezcla cancioncillas del momento, como "El relicario". Y demuestra tal manejo con el verso, que algún crítico echó en lástima que no hubiere escrito un drama en vez de una parodia. Si bien algunos ripios dejan constancia que lo que antes hacía gracia ya no lo hace tanto, no se puede negar el ingenio que derrocha. Constante alusión a la honra y los cuernos, con un Duque de Toro que hace honor a su apellido, con unos primos de Pravia que recuerdan al jabón, con una mora que sale de la zarza y unas judías que se repiten cuando bailan, etc. Al cine la llevó en una magnífica adaptación Fernán Gómez, y en teatro es célebre también la versión que hizo el actor Vicente Aleixandre.



Muñoz Seca era de ideas conservadoras, calificado de frívolo, pero no dejaba títere con cabeza en sus obras. Al estallar la Guerra Civil fue preso por los anarcosindicalistas en Barcelona, acusado de monárquico y católico por sus constantes parodias sobre la República. Murió fusilado a los pocos días en 1936, sin perder un ápice de su sentido del humor, pues éstas fueron sus últimas palabras antes de morir a los soldados: «Podéis quitarme la hacienda, mis tierras, mi riqueza, incluso podéis quitarme, como vais a hacer, la vida, pero hay una cosa que no me podéis quitar… y es el miedo que tengo».

Una muerte trágica de un autor fecundo, que hoy pocos recuerdan. El premio nobel Jacinto Benavente habló así de su muerte: «A Muñoz Seca no lo mató la barbarie, lo mató la envidia. La envidia sabe encontrar sus cómplices».

Mi pequeño granito de arena para recordar a este autor, cuyo mejor recuerdo es leer o visionar alguna de sus obras.

sábado, 28 de junio de 2014

Rincón literario: Valle-Inclán

Ramón José Simón Valle-Inclán y Peña, lo de Ramón María se lo incluyó él y también en vez de Peña, Montenegro (todo artista tiene derecho a reinventar hasta su propio nombre). Nació en Vilanova de Arousa (1866), pueblecito de Pontevedra (Galicia). Y fallece en Santiago de Compostela (1936), como él vaticinó, el 6 de enero: "¡Cuánto tarda esto!" (palabras textuales). 


Fiel representante de las tertulias madrileñas de principios del siglo anterior. La última que frecuentó era La Granja del Henar. Muy amigo de Ramón Gómez de la Serna que visitaba el café Pombo. Si nos vamos a tiempos más mozos compartía tertulia con personajes como Jacinto Benavente o Ricardo Baroja (hermano de Pío).



El brazo lo pierde durante una vana disputa en una de estas tertulias, al enojar a su amigo Manuel Bueno llamándole mamaracho. Mientras que éste alzaba su bastón, Valle sólo tuvo a mano una botella de agua para defenderse; con la cual roció a todo el personal al cogerla por la boquilla. En tal trance, Manuel Bueno le arreó un bastonazo con tan mala suerte, que le incrustó el gemelo de la camisa en la muñeca; por lo que hubo que amputarle el brazo al comenzar a gangrenarle a los pocos días. 



Cultiva la novela, la poesía tímidamente y el drama. En su primera época destaca su prosa, pero será recordado como dramaturgo al inventar la figura del esperpento.



El esperpento es una deformación grotesca de la realidad. En Luces de Bohemia (1920), obra iniciadora, Max Estrella al ver su imagen deformada en los espejos cóncavos de la Calle del Gato, hace mención por vez primera a esta palabra. Hay un humor macabro, irónico y cáustico en este estilo tan valleinclanesco. Se estrenará en las tablas en 1970, dada la dificultad estética que suponía y sus ideas en exceso adelantadas al teatro de su época. Fiel siempre a su bohemne, Valle no quiso claudicar con obras chabacanas y mantuvo fiel su ideal de literatura pura hasta el final.



Novelas: El ruedo ibérico, Tirano Banderas, Las sonatas del marques de Bradomín, Feminas, Opera Omnia, etc.

Dramas: Luces de Bohemia, Martes de CarnavalLos cuernos de don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán, etc.


Un hombre que vivió sobretodo de tertulias, en la penuria más increíble para alguien de su talla; que jamás se arrugó ante los convencionalismos y defendió su ideal artístico. De ahí que fuera un loco genial, en la acepción más quijotesca. Y como cualquier hombre de genuina convicción, al igual que don Quijote, causaba espasmo y excentricidad: con esas barbas longevas, su manquedad, su delgada figura y sus quevedos ocultando una mirada escrutadora de la realidad. Todo un personaje. Aunque como diría Benavente "creo que era un tímido en el fondo. Todas sus baladronadas, todas sus valentías eran una superposición a su verdadero carácter. Yo creo que lo hacía para darse mayores ánimos, así como quien canta para olvidar penas. Timidez que no obsta a otras dos prendas de su temperamento: la valentía y la firmeza: todo un carácter."


Todo un hito de las letras castellanas. Para un acercamiento a la atmósfera literaria en la que se movió, recomiendo la biografía que le hiciera, el no menos genial autor Gómez de la Serna, que también era su amigo.

Rincón literario: "The Clockwork Orange"

Al leer el título, lo primero que viene a la mente es la versión filmatográfica (1971) de S. Kubrick, pero dicha historia está basada en la novela homónima de A. Burghes (1962). 


Probablemente la novela hubiera sido enterrada por el paso del tiempo, si no fuera por la genial adaptación al celuloide. En mi opinión la estética que Kubrick plasma en la cinta hace que la obra sea mucho más sugerente y cruda, siendo éste (bajo mi punto de vista), uno de esos raros casos en los que el cine le gana la partida a la literatura. 



Por curiosidad, la película acaba cuando Álex (el personaje principal) está "curado" y puede volver a sus andanzas. La novela, no acaba ahí. Todavía resta un capítulo más, donde el personaje madura, y sirve de punto de inflexión para su cambio de conducta. Siendo algo intrínseco, y no por causas exteriores (drogas y condicionamiento operante), por lo que sale la verdadera vena humana del personaje. 



Si eres fan de la película, te recomiendo leer el último capítulo de la obra de Burghes. Te lo propongo como un final alternativo, y ya eliges con cuál te quedas.

Psi: No engullir al autor y sus ideas

Justo hay libros que por alguna razón son leídos ávidamente en la adolescencia o temprana juventud. Libros que a mi parecer no se pueden aprehender en su sentido más hondo, apenas soslayarlos. 


Ésa es una edad de búsqueda de identidad, de respuestas, cuando quizá lo más loable es hallar infinitas maneras de hacernos diferentes preguntas y vislumbrar de distintos modos aquello que tanto nos afecta. 



Soy de la opinión de que algunos autores loados por su caracter trasgresor conectan con esa ansía de descubrimiento, pero que por desgracia se traga, se introyecta su pensamiento y sus palabras sin una auténtica identificación personal; casi se forja una cualidad ideal, que es bandera, pero no propia sino temporal, casi de circunstancia orteguiana. Porque para destruir primero hay que construir, para modificar primero formar. Sentirse deslumbrado es un sentimiento casi mágico, pero tras la ceguera todo torna al color natural del entendimiento, so pena de seguir alucinado y sonar hueco.

De cómo los días se repartieron en cada mes

¿Te has preguntado por qué si los meses son de 30 o 31 alternativamente, por qué julio y agosto tienen 31 y febrero sólo 28? 


Pues todo se lo debemos a los romanos. Julio César creó el calendario actual (corregido después por Gregorio XIII), añadiendo dos meses: enero y febrero, para que las estaciones coincidieran cada año en los mismos meses. En su honor al mes quinto (empezaban a contar a partir de marzo, inicio de primavera) se le puso Julio. Cuando Octavio Augusto fue emperador, en su honor se le brindó el nombre del sexto, Augustum (agosto), que para que no fuera menos se le añadió un día más (31) y se le restó a febrero que entonces tenía 29 cuando no era bisiesto. Y para que los demás meses cuadraran en su alternancia, se arregló el desbarajuste moviéndole un día a cada mes: septiembre 30 en vez de 31, noviembre 31 en vez de 30 y diciembre 31 en lugar de 30.



PD: a Tiberio le propusieron nombrarle en el mes séptimo, e hizo una de las pocas cosas sensatas de su mandato, dijo que no, que "cuando ya estuvieran todos los meses marcados, ¿qué es lo que se haría?"

Espacio musical: Manolo Díaz

Como ya sabréis, Martin L. King expuso tal día como hoy (28 de agosto) en 1963 el discurso que comenzaba con la emotiva y célebre frase: "I have a dream..." Manolo Díaz en base a ese momento histórico compuso esta canción (véase el enlace), que fue el inicio de su corta pero interesante carrera de cantautor. 


Manolo Díaz fue más famoso como compositor, ya que la inmensa mayoría de los temas de los Bravos en castellano eran obra suya: "Los chicos con las chicas" o "La moto", por ejemplo. También compuso para Los Pasos, que regrabaron temas como éste, y formó el exitoso grupo de los 70 Aguaviva, con temas como "Poetas Andaluces". 



Sus composiciones en una España gris, sorprenden por sus letras de calado social y crítica encubierta, no obstante admiraba a J. Brel, y hay quien lo consideró en su auge el Brel español.



Desde aquí un emotivo recuerdo para este compositor y para personas como Luther King que han luchando por un mundo más justo e igualitario.

http://www.youtube.com/watch?v=ItXHW83fmyc

Las hazañas bélicas de Julio César

A César siempre se le recuerda por su anexión de las Galias septentrionales al Imperio, quienes hemos dado latín bien lo sabíamos Bellum Gallicum; lo que es menos sabido y mucho más notorio, es que en un año se hizo señor absoluto y laureado en Roma, con título de dictador que no llegó a agotar dado su asesinato. 

En el año 49 a.C. cruza el Rubicón con su ejército (pequeño río que separaba la Italia latina de la provincia del norte), siendo tal acontecimiento el inicio de la Guerra Civil contra Pompeyo y sus aliados (Catón el Joven). En sólo un año (48 aC.), César derrotó en Lérida (Ilerda) a las tropas españolas de Pompeyo y a Pompeyo en Farsalia (Grecia). Éste huyó a Egipto en busca de ayuda, donde fue asesinado. César fue a Egipto, vengó la muerte de Pompeyo y apoyó a Cleopatra VII para que fuera reina, en detrimento de su derrotado hermano Tolomeo XIV. Por si fuera poco, fue a la zona de la actual Turquía (el Ponto) donde derrotó en un ver y no ver una rebelión del hijo de Mitrídates, mandando a Roma la misiva con el famoso "Veni, vidi, vici". Y por último, derrotó a Catón el Joven y al rey de Numidia Juba en Útica (actual Túnez). Por tanto a su llegada a Roma (46 a.C.) se celebraron uno de los juegos más memorables de toda la antigüedad clásica, pues los triunfos eran cuádruples: Galia, Egipco, África y el Ponto. Sin contar claro, que había aplastado a sus oponentes en la Guerra Civil. 

Sentó las bases del Imperio, pero él no llegó a ser emperador. Si no hubiera sido asesinado (44 a.C.) probablemente hubiera llegado. Lo fue su sobrino-nieto Octavio; no obstante, Suetonio, historiador del s.I, encabeza su obra Vida de los 12 Césares, con su biografía.

Rincón literario: "Julio César", de W. Shakespeare

Shakespeare, o quién tras éste nombre se escondiera, no es en vano uno de los grandes dramaturgos de la historia (sólo comparable a los trágicos griegos), ya que ahonda en la psicología de los personajes de un modo extremadamente moderno. Digna mención de ello en este drama, es el enfrentamiento verbal entre dos amigos, Casio y Bruto, que exponen sus mutuos agravios con una posterior reconciliación. Mostrando cómo afloran las tensiones en los momentos más ásperos de la vida y cómo éstas influyen en el carácter de los seres humanos.


El drama de Shakespeare recrea el último día de vida de Julio César, y los sucesos posteriores, con la derrota de Casio y Bruto ante el ejército de Marco Antonio y César Octavio. Hay ciertas licencias literarias, pero ante todo un ennoblecimiento de la figura de Bruto, como engañado por las astucias del resto de ambiciosos que querían la muerte de Julio César. Quevedo también elogiaba a Bruto, a quien la historia ha martirizado en exceso por participar en el asesinato de César, su padre adoptivo, descontextualizando los sucesos. Como siempre las obras de Shakespeare, son de una lectura ambigua; he ahí una de sus claves de pervivencia a través de los tiempos, pues nunca está claro quién tiene la razón y quién no; sino que expone las razones de cada bando, dejando abierta la interpretación al lector o espectador.



Muchos son los matices en la producción shakesperiana. Uno muy interesante para mí, el uso que siempre hace de sombras y espíritus que desde el más allá claman venganza por una afrenta: Hamlet y Macbeth son el más claro ejemplo. Y el drama que mencionamos lo tiene en la tienda del campamento de guerra del bando de Bruto y Casio.

Rincón literario: "Yo, Claudio", de Robert Graves

Algunas definiciones de lo que es clásico, vienen a decir que es aquello que logra la armonía. Pues bien, esta obra es todo un clásico: aúna a la perfección la fidelidad histórica y la gracia argumentativa propia de una novela. 


Trata de la vida del emperador Claudio desde que es niño hasta que muere. Con todas las intrigas, pasiones y excentricidades que se viven en el seno de la familia Julio-Claudia, que gobernó Roma durante la primera mitad del s.I: el ansia de poder de Livia, esposa de Augusto y madre de Tibero y Germánico, con las artes que emplea para lograr sus objetivos; el valor y la nobleza Germánico (padre e hijo) y la infausta locura del nieto Calígula (el botitas), digna de una película de Tarantino; el intento de gobernar bien de Claudio, y su desengaño y dejadez; al darse cuenta de la promiscuidad de su esposa Mesalina, que trata de arrebatarle el trono y que lo maten; hasta caer en manos de la no menos sádica Agripina, madre de Nerón; quien con la ayuda de los libertos de Claudio, ansiosos de poder, logra envenenarlo. Intrigas, ambición e historia. Todo un cóctel. 



Un personaje muy logrado, es Hérodes Agripa, fiel amigo del emperador, con frases como: "nunca te fíes de nadie, ni tan siquiera de mí"; o antes de que llegara a gobernar: "cuanto más tonto parezcas más posibilidades de vida tendrás", tras la oleada de asesinatos que hubo antes de que subiera su tío Tiberio al poder. 



En 1976 se hizo una versión televisiva en Inglaterra, que arrasó en éxito. Está considerada la mejor novela histórica del siglo XX. Si os gusta la historia, os animo a su lectura, no os defraudará. Tiene una segunda parte, que es continuación de la primera El dios Claudio y su esposa Mesalina, pero vamos como el Quijote I y II, que nadie piensa en dos obras separadas, sino en una en dos tomos.

Rincón literario, G. A. Bécquer: Cuestiones de ecdótica

El invierno de 1870-71 fue el más frío de Europa en el s. XIX, una tarde del 8 de diciembre, Bécquer y su amigo Nombela volvían a casa en un ómnibus (carruaje descubierto) pese a las advertencias del último de coger un coche tapado. Ambos llegan helados y tiritando, pero Bécquer no se curaría de este enfriamiento, agravándosele de tal manera que fallecería dos semanas después. En el lecho de muerte le deja este encargo a su amigo y también poeta A. Ferrán: "Si es posible, publicad mis versos. Tengo el presentimiento que muerto seré más y mejor conocido que vivo". Proféticas palabras de quien con su poesía marcará una renovación intimista en la literatura española, siendo la fuente de la que beberían las siguientes generaciones, algo impensable en 1871, año en que se publicaron las Rimas.


Pero vayamos a los antecedentes, para hacernos una clara idea de asunto. Bécquer en vida fue conocido por su labor como redactor en diferentes periódicos, no es poca la cantidad de artículos de crítica sobre arte que publicó, y por unas narraciones en prosa, las Leyendas, que renovaban el quehacer de una temática muy apreciada en el siglo XIX. 



Luis González Bravo ministro y protector de Bécquer quería que publicara su obra poética, pidiéndole para ello el manuscrito de su obra. En 1868 tras la Revolución de la Gloriosa, ambos tuvieron que huir, y dicho manuscrito sigue perdido hasta nuestros días; se supone que se destruyó al ser saqueada la casa del ministro. Bécquer tuvo que recomponer de memoria los poemas, muchos de ellos gracias a varios amigos que en su admiración habían aprendido varias de esas rimas de memoria. Dichos poemas Bécquer los apuntó en un cuaderno al que tituló Libro de los Gorriones



Tras su fallecimiento, Campillo (amigo de la infancia del poeta) y Ferrán (ya mencionado) se dedicaron a recaudar fondos para publicar lo que serían las Rimas y Leyendas de Bécquer. La discusión entre ambos fue tremenda en lo que respecta a las Rimas. Ferrán quería respetar al máximo posible la fidelidad de su amigo, mientras que Campillo que nunca perdonó a Bécquer que abandonara un modo de hacer poesía clásico, enmendó algunos de sus versos, siendo esta la versión final que se dio a conocer. Ferrán por su parte, dio un orden a los poemas en los que se simulara un enamoramiento y desamor del poeta hacia una mujer, la hasta hace muy poco mencionada Julia Espín, quedando para la posterioridad una visión un tanto edulcorada y cursi del poeta. 

Hoy día, se suprimen los añadidos de Campillo (aunque formalmente mejoren el poema), dando una versión lo más cercana al Libro de los gorriones, que fue lo que concibió su autor. Y he aquí porqué es tan complicada la edición fiel de su obra poética, porque en el manuscrito hay rectificaciones, que no se sabe exactamente a quién corresponde, si al poeta, o los amigos del poeta. Campillo hoy día empieza a ser denostado por sus múltiples engaños en torno a la figura de Bécquer, en cambio a Ferrán se le aprecia su buen hacer, y admiración sincera hacia el vate sevillano.

Entre los amores de Bécquer, es falso que Julia Espín sea la que recibe los versos de ojos azules, pues quién así los tenía era su hermana Josefina; Julia los tenía negros. Y muchos poemas están dedicados a otras mujeres, como por ejemplo el de los ojos verdes,a quien fuera su amante toledana Alejandra, cuando tuvo que afincarse en Toledo tras el cese de su puesto como censor de novelas en Madrid. Por tanto el orden de las Rimas es ficticio, y hoy hay publicaciones directamente del Libro de los gorriones que conviven con la versión tradicional de las Rimas.

Rincón literario: "El Satiricón", de Petronio

Se la puede considerar junto con El asno de oro de Apuleyo, la primera "novela" latina, si bien el término novela nace alrededor del siglo XVI, y el de romance novelado sobre el s. XII, pero esto son formalismos. La obra ha llegado mutilada y fragmentada, trata de la historia de dos amantes homosexuales, y las mil y una aventuras y desventuras que padecen. Se supone que lo que conservamos serían los dos últimos capítulos de una obra de al menos dieciséis. 


Fellini la llevó al cine en una adaptación libre. Sobre el autor, otro enigma, Petronio Arbiter, patricio romano que frecuentaba la corte de Nerón, considerado el "árbitro de la elegancia" por su buen gusto y refinamiento en todo tipo de cuestiones estéticas, e inmortalizado en la película Quo Vadis?; siendo el personaje más atractivo en la novela original de Sienkiewicz, cuya filosofía hedonista con dejes de estoicismo, resulta más sugerente al lector actual que el mensaje de sumisión y resignación de Pablo y Pedro. Pero que no se tiene la certeza que sea en realidad el autor de esta obra. Otros autores piensan que el tal Petronio pudo vivir a finales del s. II, pero resulta más romántico pensar que se trata del mismo personaje de la corte neroniana. 



Si hay que destacar algún rasgo de la novela, es su descarnada realidad y crudeza ante los hechos más escabrosos. Es un fresco sobre las costumbres de la sociedad romana, en la Cena de Trimalción, el capítulo más famoso, se narra con todo lujo de detalles los fastuosos manjares que se podían llegar a servir en un banquete, poniendo en solfa la pedantería y mal gusto de los "nuevos ricos". El título, no obedece a sátira, sino a sátiro, pues toda ella lleva un componente sexual importante, y subyace una historia sobre los cultos a Príapo (dios de la fertilidad representado con un gran falo), que parece ser el eje de la historia, dada la maldición que sobre el personaje Encolpio parece recaer por haber ofendido al dios en alguno de los capítulos perdidos.

Rincón literario: "El estudiante de Salamanca", de Espronceda

Espronceda es uno de nuestros poetas románticos más famosos, si bien después de aparecer Bécquer todos los románticos anteriores quedan relegados a una línea más cercana a nuestro Siglo de Oro, que a las nuevas tendencias. 


El estudiante de Salamanca es un largo poema de unos 1.700 versos que cuenta la historia de Félix de Montemar, un truhán pendenciero y donjuanesco, con muchos paralelismos con la historia de don Juan Tenorio.  



El argumento es el siguiente: Félix cae herido por el hermano de Elvira, muchacha burlada por él. Éste sin saber que ha muerto en el duelo, persigue a una mujer tapada con una túnica, mientras atónito ve su propia procesión mortuoria. La mujer lo lleva a una mansión donde se presentan esqueletos y seres fantasmales, resultando ser ella Elvira. Con la piel ajada y en proceso de putrefacción lo abraza, logrado que Félix cumpla su promesa de matrimonio; quedando así amarrado a ella en esa fosa infernal al expirar su último suspiro de vida. 



Argumento muy del gusto de los románticos de inicios del s. XIX. Que se podría considerar hoy como gótica, y que en algún punto recuerda a la película La novia cadáver de Tim Burton.

Curiosidades musicales. Terpandro de Lesbos: "mi" y "si"

Terpandro de Lesbos. Poeta y músico del s. VII a. C. 

La lírica arcaica griega ha llegado muy fragmentada hasta nosotros, pero todavía queda algún pequeño destello de su grandeza. 

Terpandro tuvo la osadía y el ingenio de añadir dos cuerdas más a su cítara, hasta ese momento de 5, añadiendo dos notas nuevas, y dando lugar a la escala diatónica mayor y a los semitonos. Pues antes de él, no existían los equivalentes a "mi" y "si", cuarta y séptima nota respectivamente. Por tanto tampoco habían semitonos. Tal hazaña le llevó a juicio ante la asamblea de Esparta, no viendo con buenos ojos tal innovación, con incluso pena de cárcel. Cuando participó en un certamen junto a poetas de la talla de Sófocles o Esquilo, le obligaron a romper sus dos nuevas cuerdas, para poder participar. No, obstante, pese a no conservar ningún escrito suyo, su aportación a la música es de un valor incalculable.

"Rebolutionibus" y revolución. De la medicina a la política

Revolución es un término que proviene de la medicina y significaba "colapso violento", también era un término empleado en astronomía: la revolución era el tiempo que tardaba un planeta en su giro de traslación. 


Dicho término sólo pasó a significar lo que hoy día nos viene a la mente, a finales del s. XVII tras los distintos colapsos sociales (revoluciones) que acaecieron en Europa. Porque medicina y política siempre fueron muy unidas. Se realizaba el símil de que la sociedad era un cuerpo con sus diferentes órganos, y todos eran necesarios para el buen funcionamiento de la república. Dicha idea dejó de tener vigor a finales del XVII con la obra de Hobbes Leviatán que planteaba un nuevo sistema de entender el Estado.

Rincón literario: "El asno de oro (Asinus aureus)", de Apuleyo

Apuleyo es un autor del s.II nacido en la actual Túnez, la Numidia romana. De claro ingenio y sapiencia, seguramente magistrado y orador de oficio, acusado de magia mistérica, del que apenas sabemos estas cosas por lo que de sí propio dicta en su obra Apología, que no era sino un discurso defendiéndose ante tal acusación. Por lo demás el tiempo lo desgaja todo.



El asno de oro es la única novela que nos ha llegado de él, tanto ella como el Satiricón de Petronio, constituyen un género que los antiguos no sabían como denominar (recordemos que el término novela nace en Italia en el s. XVI, siendo El Quijote la primera gran novela moderna). Se les considera "historias milesias", es decir breves historias curiosas sin ningún tipo de condicionante moralizador (como en el caso de las fábulas) unidas por una historia común; pero que ningún lector hoy día dudaría en llamarlas novelas, al menos al Asno de oro, que conservamos entera.




El título es curioso, y es que la obra esconde muchas simbologías, pero primero vayamos al argumento. Lucio es un estudioso que quiere aprender magia, y para ello viaja a Tesalia, famosa tierra por sus encantamientos; al llegar se hospeda en casa de un rico e influyente ciudadano, cuya mujer tiene fama de hechicera. Tras conquistarse los favores de la criada, en el amplio sentido de la palabra; consigue asistir en secreto a una de las sesiones del ama, viéndola tras preparar un brebaje cómo se convierte en ave y sale volando por la ventana. Él entusiasmado exige a la sirvienta que le dé a probar tal brebaje, pero ella equivocándose de vasija le da uno equivocado, convirtiéndose el pobre Lucio en un burro. El antídoto está en comer rosas para volver a su forma humana, pero a esas horas de la noche no había a donde ir a por ellas. Aguarda paciente en la cuadra a ver amanecer el día, cuando entran unos ladrones y se lo llevan consigo. Bien, a partir de aquí las peripecias son múltiples. La obra está salteada de historias que personajes secundarios van narrando. Algunas narran torturas muy crueles, que recuerdan a las propias de la Inquisición, otras infidelidades muy graciosas que luego fueron vertidas en el Decameron por Boccaccio, etc. Al final recupera la forma humana gracias a la intervención de diosa Isis, y su devoción al culto mistérico isíaco le hacen iniciarse en él.



Esto último es muy curioso, y he aquí parte de la simbología que hoy se ha podido entender: el asno es el animal odioso por antonomasia en la religión egipcia de Isis y Osiris; el aureus, también puede traducirse como rojizo, color de mal agüero también para los egipcios, además de que los romanos pensaban que los cristianos adoraban una cabeza de asno. La transformación por los misterios de Isis, hacen perder esa odiosa imagen asnal, y recobrar la humana, todo un símbolo de alquimia espiritual. Que hoy día sería muy del gusto de los terapeutas jungianos. 

Curiosidades cotidianas: el W.C.

Visitando cualquier casa de algún autor famoso de principios del siglo pasado, sea Valle-Inclán o Miguel Hernández. Verás como algo curioso la bacina o bacín, palangana u orinal, que nombres tiene muchos. Y no hallarás en el aseo agua corriente, sino una jarra con la que se aseaban como buenamente podían. Pero el váter ya existía en el 4000 a.C. y no era un mero agujero en la tierra, sino que era un sofisticado asiento con su cisterna incluida, es decir ¡cómo ahora! Hablamos de la cultura micénica de la isla de Creta. "Una cultura lo suficientemente refinada para preocuparse por estos asuntos y ruborizarse al tratar sobre ellos" en palabras de B. Shaw. En época romana, existían incluso las letrinas públicas, vamos era un lugar común donde sin pudor la gente iba a hacer sus necesidades. Se cuenta que Arrio (principal figura de una de las primeras sectas cristianas, el arrianismo) murió en una de ellas, siendo considerado como un castigo divino por sus ideas heréticas.

Con la caída del Imperio Romano, todo esto se fue olvidando y además de que todo el "monte era orégano", se solían usar las bacinas, y al grito de "agua va" se avisaba de su lanzamiento a la calle. Obviamente las ciudades olían a ... exacto.

Tras puntuales iniciativas de algunos reyes, franceses e ingleses sobre todo, merece destacarse la figura del poeta John Harinton, lacayo de Isabel I, que inventó el water closet (armario de agua) que viene a ser el antecesor directo del actuar W.C. Andamos por el s. XVII. Pero no fue hasta 1848, cuando el parlamento obligó a instalar en todas las nuevas casas un inodoro, porque prestaba un "servicio" al bien común, por mantener así las calles más higiénicas. De ahí que se conserve en inglés la expresión: "voy al servicio".

Otros nombres como "excusado" se deben a que cuando un comensal se excusaba, se intuía a donde iba. Y desde entonces forma parte de nuestra vida cotidiana.

Curiosidades cotidianas: Breve historia del preservativo

En los tiempos de cavernas, huesos y bellosidad sin reparos, no se tenía una idea clara de cómo era esto de que los niños nacieran, no era la cigüeña, pero eran los dioses quienes lo hacían... 


Pasado este lapso de tiempo, se empiezan a asociar cosas, y ya los egipcios alrededor del 3.500 a.C. proponían un mejunje esterilizador que no pienso describir. La otra opción era utilizar cuerpos tales como cáscaras; Casanova proponía (s. XVIII) introducir medio limón. Había quien usaba pergaminos, etc. Pero metámonos en materia. Fue un médico de apellido Condom (s.XVII), galeno del rey Carlos II de Inglaterra, quien inventó algo muy rudimentario para que la Gran Bretaña no estuviera preñada de hijos bastardos. Intentó perfeccionar lo que ya Fallopio (sí el de las trompas) ingenió para evitar los casos de sífilis (s. XVI). Este señor no acabó bien sus días, la asociación de su apellido con su invento, le hizo mudar de identidad. Y ya por fin llegamos a finales del s. XIX donde Goodyear gracias a la vulcanización del caucho, a parte de las primeras ruedas de "goma", posibilitó la fabricación en serie de los preservativos de uso común, incluido el femenino.

Rincón literario: "Don Juan Tenorio", de José Zorrilla

Rincón literario. Hoy: Don Juan Tenorio.
El siglo de oro español fue rico en la creación de arquetipos literarios, la alcahueta (Celestina), el pícaro (Lazarillo, Guzmán, don Pablos, etc.), el idealista (don Quijote) y el bizarro bravucón (don Juan Tenorio). 

Este controvertido personaje, reflejo de una época, es la lucha de un individuo por su libertad personal, desafiando con su conducta amoral a todo lo que está establecido: Dios, patria y convencionalismo social. Se ampara en los dos valores clásicos de la edad moderna: la valentía y un rasgo muy español, la astucia. Para él el fin justifica los medios, lo importante es salir airoso de todo trance y entuerto. Al final paga sus excesos de dos maneras bien distintas, según el desenlace de la obra.
El personaje nace en el s. XVI en la obra atribuida a Tirso de Molina, el Burlador de Sevilla. Su fama se hizo mundial, habiendo un don Juan de Molière y un don Giovanni para la ópera bufa italiana. Pero la más recordada por nosotros es la versión que hizo José Zorrilla en el s. XIX. Éste prolijo versificador dota al personaje con sus versos de una fuerza nueva y fascinadora, donde se ve la evolución del mismo, desde la altivez insolente de la juventud, a un tardío enamoramiento hacia doña Inés muy importante para el desenlace final.
Independientemente del mensaje moralizador que conlleva, el atractivo que hoy día tiene para mi gusto, es la fuerza con que cada personaje está caracterizado, sus rasgos bien perfilados y dibujados dan una idea muy cabal y colorista de cada uno.
La obra comienza con la apuesta que en su día hicieran don Juan Tenorio y don Luis Mejías, en donde ambos apuestan cual de los dos en un año llega a ser más calavera y con mejor fortuna. El diálogo en verso juega a favor de sus trances, no como en otras obras inferiores donde causa un dolor de cabeza insufrible. Y si un atractivo popular tiene, es comprender de dónde y en qué pasaje sucede aquello de "No es verdad ángel de amor...".
Ya en su día hubieron muchas obras ridiculizando el Tenorio, las hay para todos los gustos. No es la mejor obra de Zorrilla, pero sí la más recordada. Ocupa una parte central en la novela La Regenta de Clarín, y existe una versión anónima Don Juan Notorio, de humor muy ingenioso y subido de tono, más apta para un guión hentai que para una representación en las tablas.
Existen múltiples anécdotas:
"Es esta la hostelería del Laurel", cuya respuesta es: "En ella estáis". Un actor muy enojado por no cobrar, respondió. "No". Por lo que el bueno de don Gonzalo hubo de darse la vuelta, bajarse el telón y el escándalo fue de órdago.
"¿Dónde vais comendador?" le dice la madre abadesa a don Gonzalo "Señora, tras de mi honra que de aquí os roban", le contesta tras el rapto de doña Inés por don Juan del convento. El texto original decía "Imbécil", en lugar de "Señora", pero por decoro se cambió. Pues bien, hubo un actor muy puntilloso que quería ser fiel al texto original. Por lo que una vez dicho lo de "Imbécil, tras de mi honra...", a la siguiente actuación la abadesa dijo:
"¿Dónde vais comendador, Imbécil?" No pudiendo más que reclamar, "Tras de mi honra ..."

Por ser una obra muy conocida cualquier fallo o desliz es muy criticado, y puedo decir que una mala interpretación o escenificación de la misma (esto último pese a una magnífica interpretación) echa al traste la magia de la obra. En la escena final, si los muertos no parecen muertos, ni los fantasmas están logrados, más que encogimiento y congoja, puede provocar ira o risa. Según el humor del personal.

Y bueno como ya quedó notorio esto es lo que hoy os cuento de don Juan Tenorio.

Rincón literario: "Don Juan", de Molière


Se puede considerar al dramaturgo francés, el más genial autor cómico desde la Edad Moderna. Si bien Shakespeare es el trágico por excelencia (si obviamos a los griegos clásicos), Molière lo es en la comedia. Un texto trágico puede ser leído e imaginado con más facilidad que uno cómico, pues la solemnidad del discurso encierra la carga emotiva de la obra; en una comedia, las pantomimas y ademanes de los actores son muy necesarias para asistir al carácter de la misma, siendo el cuerpo textual un ente desnudo al que es preciso engalanar sobre las tablas.

Molière hizo su propia adaptación del mito de don Juan, en donde quitando el último capítulo, donde asistimos a la famosa cena y al final trágico del "héroe"; el resto de la obra es Molière en estado puro amparándose en un tema mítico. A lo largo de la obra gasta sus acostumbradas bromas acerca de los médicos y la medicina, tal era su manía hacia ellos; y nos presenta a un don Juan, más ladino y bribón, sin la fuerza y gallardía que al menos sí posee el arquetipo español (tanto en la versión de Tirso como en la de Zorrilla); seguramente Molière estaría criticando el donjuanismo francés y las costumbres de su época.

La obra es cómica, de burla constante hacia el burlador, donde el personaje de Sganarelle, su lacayo (que interpretaba Molière mismo), no cesa de criticarle su quehacer y falta de escrúpulos por únicamente satisfacer su afán. Cobrando de este modo el personaje secundario una relevancia en muchos puntos a la par que la del protagonista.

El argumento de la misma es muy sencillo y le faltaría un poco más de enjundia. En este sentido a mi ver, es inferior a las otras dos mencionadas; siendo la de Tirso de Molina muy original en su encadenamiento progresivo de los acontecimientos, que al final hayan una cabal solución; y la de Zorrilla más audaz en la versificación y en la humanización del indomable don Juan, que al fin se arrepiente de sus desmanes y es vencido por el amor de doña Inés.

Y hasta aquí el ciclo de este arquetipo de la literatura occidental, en tres de sus más importantes escenificaciones.

El lenguaje, ese ente vivo: la palabra coco


¡Que viene el coco! Expresión que se les dice o decía a los niños, equivalente al hombre del saco o al bucho (aquí en mi comarca de la Vega Baja). Coco en el siglo XVI era palabra que hacía referencia a la cara de un mono, y cocar, era hacer monerías a lo más puro simio. Por estas cosas del lenguaje hablado, "coco", muy asociado al lenguaje gutural que emiten los niños cuando empiezan a hablar, fue adoptado en Portugal para asustar a los niños que eran desobedientes, siendo éste un fantasma con cabeza de calabaza (¿un antecedente de Halloween?).
La primera expresión de esta palabra en castellano aparece en el Lazarillo de Tormes (1554), cuando el niño al ver a su padastro negro, le dice a su madre :" Madre, coco".

Cuando los españoles llegaron a América y se hallaron ante un árbol, similar a una palmera que daba frutos redondos como una cabeza y marrones con tres puntillos negros que simulaban una cara, por su similitud a la cabeza de un mono, a ese fruto se le conoce hoy como un coco. Y a su árbol como cocotero.

viernes, 27 de junio de 2014

Nada es fijo e inmutable

Vivimos en un mundo donde desde pequeños se empeñan en enseñarnos que las cosas son fijas y estáticas, inamovibles; cuando en realidad son movibles, fluctuantes y modificables. Si nos enseñaran esto, en vez de lo otro, seríamos más flexibles mentalmente, sabríamos afrontar mejor los cambios, y no viviríamos tan apegados a las ideas fijas e inamovibles. 

Os pondré un ejemplo, pues la astronomía es perfecta para esto. Muchos de los datos de una enciclopedia de hace unos 30 años están errados gracias a los nuevos medios de afinación como la sondas espaciales. Además de las eternas falacias: la Tierra es redonda, mentira es geoide; hay 2 movimientos rotación y traslación, falso, al menos hay uno más precesión equinoccial. O tales como: se ha descubierto que la luna tiene 100 millones de años menos; o, Plutón además de ya no ser un planeta (planeta enano) es mucho más pequeño de lo que se pensaba, pues se descubrió a finales de los 70 su eje compartido con Caronte, siendo por tanto un planeta enano doble, etc., etc., etc. 


Todo son hipótesis, aproximaciones, y con el resto de las ciencias pasa igual. Pero el amor propio nos lo impide ver. Sólo se salvan las matemáticas porque son en sí una herramienta, o una nebulosa abstracta teórica cuando se replega sobre sí misma, como ciencia "pura", porque la misma física no es tan cuadrada como se pretende. 


Tener en cuenta esto, cambiar el paradigma educativo, y estaríamos dándole alas a la creatividad pudiendo hacer muchas más cosas, y no aprendiendo erróneamente tan pronto que todo funciona como el engranaje de un reloj. No viendo así, más allá de nuestras propias narices. Creyendo que no hay más posibilidades a nuestro alcance, sólo aquellas que consideramos lógicas, aprendimos o nuestros iguales hacen. En esto recae un problema de nuestra educación: en coartarnos la creatividad para resolver los verdaderos problemas; en acumular datos y más datos, pero sin una ilación que nazca de adentro. Fruto de una imposición evaluativa extrínseca que no potencia el interés y la necesidad del conocimiento, sino la de superar el momento presente, sin más.

Psi: Los libros de autoayuda: introyectos culturales

Los libros de autoayuda son obras que a modo de consejos te indican qué debes hacer o cómo puedes hacer determinada cosa, para supuestamente ser feliz. 

Para comenzar, como una guía está bien, al igual que las primeras enseñanzas de un maestro o de los padres son para comenzar y luego fomentar las propias ideas. Que en consecuencia muchas veces conllevan una necesaria fase de rebelión contra el educador. El problema es cuando estas ideas se fosilizan, se hacen dogma y se engullen (introyectos). Como si fueran la única manera posible, como si fueran la única manera de pensar, como si fueran la única manera de acción. El introyectador de estas ideas las repite, hace propaganda de ellas, "miren qué bien me han sentado", llegándose a irritar contra quiénes ponen en duda sus magníficas ideas (engullidas). Llega un momento en que algo no funciona bien, y es cuando se descubre que todas esas ideas eran buenas para comenzar pero que no se han dejado atrás en pos de las ideas propias. Es decir, no se ha asimilado nada. 

La lectura edificante y el consejo son válidos en momentos concretos, de necesidad de orientación y guía momentánea. Pero el camino es propio, tremendamente propio.

Introyectar un exceso de ideas te aleja de las tuyas propias en contacto con el mundo. Las burbujas mentales, son eso: burbujas; por muy feliz que uno se sienta en ellas.

Divagaciones de un paseante solitario. Cuestiones de metalenguaje

Los alumnos de Aristóteles eran los peripatéticos, porque conversaban y filosofaban dando vueltas alrededor (peri) de los edificios del Liceo. Y es que caminando es como surgen las mejores ideas. Tras este inciso, a lo que iba.


Al pasear esta tarde, mientras leía algún que otro poema. Me he parado a indagar sobre el modo de expresarse tan oscuro de algunos poetas y la claridad tan meridiana y cotidiana de otros. De cómo Garcilaso es medianamente inteligible con una cultura media, y cómo Góngora basándose en un principio en la misma línea cultista, acaba resultando francamente oscuro por el retorcimiento del idioma, con metáforas puras que se encabalgan hasta puntos insospechables; que no es de extrañar que se hable de "goce estético" como paladín del intelecto, cuando se logra captar el sentido, el ingenio y la belleza oculta de una composición suya.

En ese instante, he pensando en el lenguaje del Conde Lucanor, s. XIV. Cómo ese lenguaje aún siendo castellano, bien parece otro idioma. Pues la sensación que me da es como leer portugués, en nivel de dificultad me refiero, donde algunas frases se me hacen borrosas en cuanto a su sentido, ya que no sólo las palabras, sino la misma concordancia y sintaxis gramática gozan de una construcción ligeramente distinta a la actual. Y no es de extrañar, porque en aquel entonces si miramos a nuestro alrededor todo es distinto: las calles, las casas, la tecnología, la ropa, las costumbres, ¡¡¡todo!!! Apenas pervive un halo de razonamiento propio de nuestra especie humana. Es como si leyéramos el texto de un lugar en el cual todo es distinto. Yo escribo tecleando una pantalla, don Juan Manuel con pluma y tintero en pergamino. Por lo que no sólo el idioma es distinto, sino lo nombrado por él lo es también. Lo único que hace reconocible el texto es la naturaleza viva: animales y plantas, que no han variado; y el fino pensamiento argumentativo que expone una serie de ideas abstractas. Pero todo lo tangible: herramientas, armas, ropas, etc., ha variado. (El problema de las novelas históricas, es que te presentan a un personaje con mentalidad actual con la tecnología de la época elegida, como si la mentalidad no se viera impregnada por todo lo que le envuelve y al mismo tiempo lo transformara. He ahí una gran falacia y anacronismo psíquico en el cual incurren la inmensa mayoría de estas novelas).

La sensación que me ha dado es la de un viaje al pasado. Un pasado en el cual don Juan Manuel está vivo, escribiendo a la lumbre de una chimenea en una sala de su castillo de Garcimuñoz; y nosotros hemos robado sus ideas y estudiamos su hábitat de vida desde nuestro momento presente. Si esta idea la llevamos a los planos de espacio-tiempo, es como si estudiáramos la vida de un planeta similar al nuestro pero con distintas costumbres y tecnología. O nos estudiaran a nosotros. (Porque el salto de una cultura a otra dentro del mismo globo me parece insuficiente para abarcar la idea que me ha causado el cambio socio-cultural en el tiempo).

No obstante tendría que ser un planeta con una evolución calcada a la nuestra a nivel biológico, lo cual es harto improbable, dado el sinfín de posibilidades de cada ecosistema planetario. Pero para llegar a aprehender todas estas cosas, el bueno de don Juan Manuel, se nos tendrá que aparecer en la noche de los tiempos, ser nosotros una mutación más avanzada y ver todas estas acciones como ahora estudiamos las de los primeros homínidos.