Visitando cualquier casa de algún autor famoso de principios del siglo pasado, sea Valle-Inclán o Miguel Hernández. Verás como algo curioso la bacina o bacín, palangana u orinal, que nombres tiene muchos. Y no hallarás en el aseo agua corriente, sino una jarra con la que se aseaban como buenamente podían. Pero el váter ya existía en el 4000 a.C. y no era un mero agujero en la tierra, sino que era un sofisticado asiento con su cisterna incluida, es decir ¡cómo ahora! Hablamos de la cultura micénica de la isla de Creta. "Una cultura lo suficientemente refinada para preocuparse por estos asuntos y ruborizarse al tratar sobre ellos" en palabras de B. Shaw. En época romana, existían incluso las letrinas públicas, vamos era un lugar común donde sin pudor la gente iba a hacer sus necesidades. Se cuenta que Arrio (principal figura de una de las primeras sectas cristianas, el arrianismo) murió en una de ellas, siendo considerado como un castigo divino por sus ideas heréticas.
Con la caída del Imperio Romano, todo esto se fue olvidando y además de que todo el "monte era orégano", se solían usar las bacinas, y al grito de "agua va" se avisaba de su lanzamiento a la calle. Obviamente las ciudades olían a ... exacto.
Tras puntuales iniciativas de algunos reyes, franceses e ingleses sobre todo, merece destacarse la figura del poeta John Harinton, lacayo de Isabel I, que inventó el water closet (armario de agua) que viene a ser el antecesor directo del actuar W.C. Andamos por el s. XVII. Pero no fue hasta 1848, cuando el parlamento obligó a instalar en todas las nuevas casas un inodoro, porque prestaba un "servicio" al bien común, por mantener así las calles más higiénicas. De ahí que se conserve en inglés la expresión: "voy al servicio".
Otros nombres como "excusado" se deben a que cuando un comensal se excusaba, se intuía a donde iba. Y desde entonces forma parte de nuestra vida cotidiana.
sábado, 28 de junio de 2014
Curiosidades cotidianas: Breve historia del preservativo
En los tiempos de cavernas, huesos y bellosidad sin reparos, no se tenía una idea clara de cómo era esto de que los niños nacieran, no era la cigüeña, pero eran los dioses quienes lo hacían...
Pasado este lapso de tiempo, se empiezan a asociar cosas, y ya los egipcios alrededor del 3.500 a.C. proponían un mejunje esterilizador que no pienso describir. La otra opción era utilizar cuerpos tales como cáscaras; Casanova proponía (s. XVIII) introducir medio limón. Había quien usaba pergaminos, etc. Pero metámonos en materia. Fue un médico de apellido Condom (s.XVII), galeno del rey Carlos II de Inglaterra, quien inventó algo muy rudimentario para que la Gran Bretaña no estuviera preñada de hijos bastardos. Intentó perfeccionar lo que ya Fallopio (sí el de las trompas) ingenió para evitar los casos de sífilis (s. XVI). Este señor no acabó bien sus días, la asociación de su apellido con su invento, le hizo mudar de identidad. Y ya por fin llegamos a finales del s. XIX donde Goodyear gracias a la vulcanización del caucho, a parte de las primeras ruedas de "goma", posibilitó la fabricación en serie de los preservativos de uso común, incluido el femenino.
Rincón literario: "Don Juan Tenorio", de José Zorrilla
Rincón literario. Hoy: Don Juan Tenorio.
El siglo de oro español fue rico en la creación de arquetipos literarios, la alcahueta (Celestina), el pícaro (Lazarillo, Guzmán, don Pablos, etc.), el idealista (don Quijote) y el bizarro bravucón (don Juan Tenorio).
Este controvertido personaje, reflejo de una época, es la lucha de un individuo por su libertad personal, desafiando con su conducta amoral a todo lo que está establecido: Dios, patria y convencionalismo social. Se ampara en los dos valores clásicos de la edad moderna: la valentía y un rasgo muy español, la astucia. Para él el fin justifica los medios, lo importante es salir airoso de todo trance y entuerto. Al final paga sus excesos de dos maneras bien distintas, según el desenlace de la obra.
El personaje nace en el s. XVI en la obra atribuida a Tirso de Molina, el Burlador de Sevilla. Su fama se hizo mundial, habiendo un don Juan de Molière y un don Giovanni para la ópera bufa italiana. Pero la más recordada por nosotros es la versión que hizo José Zorrilla en el s. XIX. Éste prolijo versificador dota al personaje con sus versos de una fuerza nueva y fascinadora, donde se ve la evolución del mismo, desde la altivez insolente de la juventud, a un tardío enamoramiento hacia doña Inés muy importante para el desenlace final.
Independientemente del mensaje moralizador que conlleva, el atractivo que hoy día tiene para mi gusto, es la fuerza con que cada personaje está caracterizado, sus rasgos bien perfilados y dibujados dan una idea muy cabal y colorista de cada uno.
La obra comienza con la apuesta que en su día hicieran don Juan Tenorio y don Luis Mejías, en donde ambos apuestan cual de los dos en un año llega a ser más calavera y con mejor fortuna. El diálogo en verso juega a favor de sus trances, no como en otras obras inferiores donde causa un dolor de cabeza insufrible. Y si un atractivo popular tiene, es comprender de dónde y en qué pasaje sucede aquello de "No es verdad ángel de amor...".
Ya en su día hubieron muchas obras ridiculizando el Tenorio, las hay para todos los gustos. No es la mejor obra de Zorrilla, pero sí la más recordada. Ocupa una parte central en la novela La Regenta de Clarín, y existe una versión anónima Don Juan Notorio, de humor muy ingenioso y subido de tono, más apta para un guión hentai que para una representación en las tablas.
Existen múltiples anécdotas:
"Es esta la hostelería del Laurel", cuya respuesta es: "En ella estáis". Un actor muy enojado por no cobrar, respondió. "No". Por lo que el bueno de don Gonzalo hubo de darse la vuelta, bajarse el telón y el escándalo fue de órdago.
"¿Dónde vais comendador?" le dice la madre abadesa a don Gonzalo "Señora, tras de mi honra que de aquí os roban", le contesta tras el rapto de doña Inés por don Juan del convento. El texto original decía "Imbécil", en lugar de "Señora", pero por decoro se cambió. Pues bien, hubo un actor muy puntilloso que quería ser fiel al texto original. Por lo que una vez dicho lo de "Imbécil, tras de mi honra...", a la siguiente actuación la abadesa dijo:
"¿Dónde vais comendador, Imbécil?" No pudiendo más que reclamar, "Tras de mi honra ..."
Por ser una obra muy conocida cualquier fallo o desliz es muy criticado, y puedo decir que una mala interpretación o escenificación de la misma (esto último pese a una magnífica interpretación) echa al traste la magia de la obra. En la escena final, si los muertos no parecen muertos, ni los fantasmas están logrados, más que encogimiento y congoja, puede provocar ira o risa. Según el humor del personal.
Y bueno como ya quedó notorio esto es lo que hoy os cuento de don Juan Tenorio.
Rincón literario: "Don Juan", de Molière
Se puede considerar al dramaturgo francés, el más genial autor cómico desde la Edad Moderna. Si bien Shakespeare es el trágico por excelencia (si obviamos a los griegos clásicos), Molière lo es en la comedia. Un texto trágico puede ser leído e imaginado con más facilidad que uno cómico, pues la solemnidad del discurso encierra la carga emotiva de la obra; en una comedia, las pantomimas y ademanes de los actores son muy necesarias para asistir al carácter de la misma, siendo el cuerpo textual un ente desnudo al que es preciso engalanar sobre las tablas.
Molière hizo su propia adaptación del mito de don Juan, en donde quitando el último capítulo, donde asistimos a la famosa cena y al final trágico del "héroe"; el resto de la obra es Molière en estado puro amparándose en un tema mítico. A lo largo de la obra gasta sus acostumbradas bromas acerca de los médicos y la medicina, tal era su manía hacia ellos; y nos presenta a un don Juan, más ladino y bribón, sin la fuerza y gallardía que al menos sí posee el arquetipo español (tanto en la versión de Tirso como en la de Zorrilla); seguramente Molière estaría criticando el donjuanismo francés y las costumbres de su época.
La obra es cómica, de burla constante hacia el burlador, donde el personaje de Sganarelle, su lacayo (que interpretaba Molière mismo), no cesa de criticarle su quehacer y falta de escrúpulos por únicamente satisfacer su afán. Cobrando de este modo el personaje secundario una relevancia en muchos puntos a la par que la del protagonista.
El argumento de la misma es muy sencillo y le faltaría un poco más de enjundia. En este sentido a mi ver, es inferior a las otras dos mencionadas; siendo la de Tirso de Molina muy original en su encadenamiento progresivo de los acontecimientos, que al final hayan una cabal solución; y la de Zorrilla más audaz en la versificación y en la humanización del indomable don Juan, que al fin se arrepiente de sus desmanes y es vencido por el amor de doña Inés.
Y hasta aquí el ciclo de este arquetipo de la literatura occidental, en tres de sus más importantes escenificaciones.
El lenguaje, ese ente vivo: la palabra coco
¡Que viene el coco! Expresión que se les dice o decía a los niños, equivalente al hombre del saco o al bucho (aquí en mi comarca de la Vega Baja). Coco en el siglo XVI era palabra que hacía referencia a la cara de un mono, y cocar, era hacer monerías a lo más puro simio. Por estas cosas del lenguaje hablado, "coco", muy asociado al lenguaje gutural que emiten los niños cuando empiezan a hablar, fue adoptado en Portugal para asustar a los niños que eran desobedientes, siendo éste un fantasma con cabeza de calabaza (¿un antecedente de Halloween?).
La primera expresión de esta palabra en castellano aparece en el Lazarillo de Tormes (1554), cuando el niño al ver a su padastro negro, le dice a su madre :" Madre, coco".
Cuando los españoles llegaron a América y se hallaron ante un árbol, similar a una palmera que daba frutos redondos como una cabeza y marrones con tres puntillos negros que simulaban una cara, por su similitud a la cabeza de un mono, a ese fruto se le conoce hoy como un coco. Y a su árbol como cocotero.
viernes, 27 de junio de 2014
Nada es fijo e inmutable
Vivimos en un mundo donde desde pequeños se empeñan en enseñarnos que las cosas son fijas y estáticas, inamovibles; cuando en realidad son movibles, fluctuantes y modificables. Si nos enseñaran esto, en vez de lo otro, seríamos más flexibles mentalmente, sabríamos afrontar mejor los cambios, y no viviríamos tan apegados a las ideas fijas e inamovibles.
Os pondré un ejemplo, pues la astronomía es perfecta para esto. Muchos de los datos de una enciclopedia de hace unos 30 años están errados gracias a los nuevos medios de afinación como la sondas espaciales. Además de las eternas falacias: la Tierra es redonda, mentira es geoide; hay 2 movimientos rotación y traslación, falso, al menos hay uno más precesión equinoccial. O tales como: se ha descubierto que la luna tiene 100 millones de años menos; o, Plutón además de ya no ser un planeta (planeta enano) es mucho más pequeño de lo que se pensaba, pues se descubrió a finales de los 70 su eje compartido con Caronte, siendo por tanto un planeta enano doble, etc., etc., etc.
Todo son hipótesis, aproximaciones, y con el resto de las ciencias pasa igual. Pero el amor propio nos lo impide ver. Sólo se salvan las matemáticas porque son en sí una herramienta, o una nebulosa abstracta teórica cuando se replega sobre sí misma, como ciencia "pura", porque la misma física no es tan cuadrada como se pretende.
Tener en cuenta esto, cambiar el paradigma educativo, y estaríamos dándole alas a la creatividad pudiendo hacer muchas más cosas, y no aprendiendo erróneamente tan pronto que todo funciona como el engranaje de un reloj. No viendo así, más allá de nuestras propias narices. Creyendo que no hay más posibilidades a nuestro alcance, sólo aquellas que consideramos lógicas, aprendimos o nuestros iguales hacen. En esto recae un problema de nuestra educación: en coartarnos la creatividad para resolver los verdaderos problemas; en acumular datos y más datos, pero sin una ilación que nazca de adentro. Fruto de una imposición evaluativa extrínseca que no potencia el interés y la necesidad del conocimiento, sino la de superar el momento presente, sin más.
Psi: Los libros de autoayuda: introyectos culturales
Los libros de autoayuda son obras que a modo de consejos te indican qué debes hacer o cómo puedes hacer determinada cosa, para supuestamente ser feliz.
Para comenzar, como una guía está bien, al igual que las primeras enseñanzas de un maestro o de los padres son para comenzar y luego fomentar las propias ideas. Que en consecuencia muchas veces conllevan una necesaria fase de rebelión contra el educador. El problema es cuando estas ideas se fosilizan, se hacen dogma y se engullen (introyectos). Como si fueran la única manera posible, como si fueran la única manera de pensar, como si fueran la única manera de acción. El introyectador de estas ideas las repite, hace propaganda de ellas, "miren qué bien me han sentado", llegándose a irritar contra quiénes ponen en duda sus magníficas ideas (engullidas). Llega un momento en que algo no funciona bien, y es cuando se descubre que todas esas ideas eran buenas para comenzar pero que no se han dejado atrás en pos de las ideas propias. Es decir, no se ha asimilado nada.
La lectura edificante y el consejo son válidos en momentos concretos, de necesidad de orientación y guía momentánea. Pero el camino es propio, tremendamente propio.
Introyectar un exceso de ideas te aleja de las tuyas propias en contacto con el mundo. Las burbujas mentales, son eso: burbujas; por muy feliz que uno se sienta en ellas.
Para comenzar, como una guía está bien, al igual que las primeras enseñanzas de un maestro o de los padres son para comenzar y luego fomentar las propias ideas. Que en consecuencia muchas veces conllevan una necesaria fase de rebelión contra el educador. El problema es cuando estas ideas se fosilizan, se hacen dogma y se engullen (introyectos). Como si fueran la única manera posible, como si fueran la única manera de pensar, como si fueran la única manera de acción. El introyectador de estas ideas las repite, hace propaganda de ellas, "miren qué bien me han sentado", llegándose a irritar contra quiénes ponen en duda sus magníficas ideas (engullidas). Llega un momento en que algo no funciona bien, y es cuando se descubre que todas esas ideas eran buenas para comenzar pero que no se han dejado atrás en pos de las ideas propias. Es decir, no se ha asimilado nada.
La lectura edificante y el consejo son válidos en momentos concretos, de necesidad de orientación y guía momentánea. Pero el camino es propio, tremendamente propio.
Introyectar un exceso de ideas te aleja de las tuyas propias en contacto con el mundo. Las burbujas mentales, son eso: burbujas; por muy feliz que uno se sienta en ellas.
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